Trastornos del sueño en la edad escolar afecta el desarrollo integral de niños y adolescentes
Dormir la cantidad de horas necesarias con la calidad de sueño adecuada es vital para el desarrollo integral de niños y adolescentes, especialmente cuando están en período escolar.
El regreso a clases después de un fin de semana, una largas vacaciones o en este caso, meses de cuarentena implica una retomar los buenos hábitos de la higiene del sueño y estar atento a la aparición de los comunes trastornos del sueño en esta etapa.
La cuarentena influyó en la alteración de los patrones de sueño tanto en adultos como en infantes, así que ahora corresponde poner orden en los horarios y las condiciones para lograr el buen dormir.
Los trastornos del sueño en la niñez constituyen un problema de salud pública por su prevalencia y por su impacto en el proceso de desarrollo físico, mental y emocional del individuo.
Según la Organización Mundial de la Salud, se estima que hasta un 30% de los niños padecen alguna alteración relacionada con el sueño a lo largo de la infancia.
Desde la niñez hasta la adolescencia los escolares sufren algún tipo de privación del sueño, lo cual incide en su rendimiento académico y su relacionamiento social.
Durante la vida escolar se alteran los patrones de sueño
Alrededor de los 8 años hasta la adolescencia los estudiantes deberían dormir entre 9 a 10 h por noche. Sin embargo, esto no siempre sucede, debido a trastornos del sueño además de malas prácticas como el uso de equipos electrónicos hasta altas horas de la noche o las fiestas.
Profesionales de la salud especializados en alteraciones del sueño afirman que existen tres manifestaciones fundamentales que advierten problemas del sueño infantil:
- Dificultad para dormir o permanecer dormido.
- Dormir demasiadas horas.
- Tener episodios perturbadores que interfieren con el sueño.
Entre la población estudiantil los trastornos del sueño más comunes son las pesadillas continuas, la apnea obstructiva del sueño, terrores del sueño, la narcolepsia y el insomnio.
Éste último es uno de los más preocupantes porque el hecho de no lograr conciliar el sueño noche tras noche, provoca que el niño o adolescente pierde la capacidad de lograr el reposo profundo de la actividad neurovegetativa.
Por otro lado, el ronquido y el síndrome de apnea obstructiva del sueño afectan los sistemas cardiovascular, nervioso y el metabólico.
Cualquiera de las alteraciones del sueño mencionadas en la etapa de crecimiento tienen un alto impacto en el desarrollo neurocognitivo y especialmente a nivel de neurodesarrollo del niño o adolescentes que las padece.
Síntomas que atender
Se cree que las alteraciones del sueño en niños y adolescentes pueden pasar inadvertidas por la ausencia de síntomas tan claros como los que se evidencian en los adultos, pero diversos estudios de investigación y observación han determinados nuevas condiciones asociadas a estos trastornos que se describen a continuación:
- Los adolescentes en especial se sienten cansados por la falta de sueño y les cuesta conciliar el sueño.
- Los niños que no duermen saludablemente pueden sufrir labilidad emocional, agresividad, irritabilidad, baja tolerancia a la frustración, entre otras alteraciones en su estado de ánimo y/o conducta social.
- Se ha demostrado que existe relación entre los trastornos del sueño y el desarrollo de obesidad, respuesta del sistema inmune que los hace más propensos a adquirir enfermedades virales.
- El mal dormir disminuye su estado de alerta así son más proclives a los accidentes escolares.
- El rendimiento académico, fallas de memoria y de razonamiento, así como el déficit de atención en sus actividades son determinantes cuando hay desórdenes de sueño.
Desde los primeros años de la edad escolar los niños deben cumplir las buenas prácticas de la higiene del sueño, no sólo para llevar adelante las responsabilidades escolares sino para cuidar de su adecuado desarrollo psicológico, físico y emocional.
Es necesario destacar que los niños con retrasos en el desarrollo manifiestan trastornos del sueño en la edad adulta con más frecuencia que los niños que no presentan tal retraso, por lo que la calidad del sueño es muy importante desde los primeros años de vida.