Por-que-no-es-recomendable-que-los-ninos-duerman-con-sus-padres-PANAMA

¿Por qué no es recomendable que los niños duerman con sus padres? Consecuencias

2 octubre 2020

El colecho, como muchos aspectos de la crianza de los hijos, es con frecuencia, el objeto de muchas discrepancias y controversias. Mientras que los defensores sostienen el argumento de que promueve el apego seguro entre padres e hijos, disminuye la ansiedad de los niños y les ayuda a dormir, los detractores objetan esta postura afirmando que impide la adecuada independencia de los niños e interrumpe el sueño y el espacio íntimo de los padres. Pese a estas polaridades, este elemento de crianza es más común de lo que la gente imagina.

Los países de Occidente no tienen muchos datos sobre las tasas de colecho en niños escolares. Sin embargo, estudios recientes de China demuestran que el 25% de los preadolescentes y sus padres duermen juntos. En Brasil, hasta el 47 % de los niños en edad escolar duermen en la cama de sus padres al menos algunas veces, en tanto que el 30 % de los niños en edad escolar de Italia duermen junto a sus padres.

En las sociedades occidentales, la idea de que los niños deben dormir solos nació durante el siglo XIX. Previo a esto, la casa comunal y el dormitorio conjunto, compartido por hermanos y padres, era lo normal, y aún lo es en muchas sociedades y culturas. No obstante, con la aparición de las familias nucleares en la época victoriana, se presentó la necesidad de una mayor disciplina con los niños. La alcoba fue “privatizado” y se creía que dormir solo impulsaba la autorregulación en los niños.

El colecho también se consideraba una práctica de los “pobres”, puesto que las familias más adineradas sí podían costear una cama para cada niño.

A principios del siglo XX, se tenía el temor que los modos de crianza muy flexibles malcriaran a los niños, por consiguiente, dormir juntos se volvió en sinónimo de criar niños flojos y rebeldes.

¿Hasta que edad los niños duermen con sus padres?

¿Qué nos dice la investigación?

Como animales sociales, los niños no están preparados biológicamente para dormir solos. Esto es algo que, por lo general, necesitan aprender con el apoyo de sus padres o un adulto de confianza. Obtener la confianza y resiliencia para dormir solo no viene de fábrica, y algunos niños, en particular los que son más sensibles o ansiosos, requieren de más tiempo y ayuda.

No existe un marco de tiempo científico ideal en el que esto deba suceder, sólo son expectativas sociales. Es más, la investigación afirma que apoyar y cuidar a un niño sensible a medida que aprende a dormir solo (si es necesario o deseado) resulta más efectivo que forzarlo a dormir solo.

Uno de los argumentos clave en contra del colecho es que los niños que duermen junto a sus padres es que suelen volverse más dependientes de sus padres, tanto para dormir como en otros aspectos generales de la vida, viéndose como un hábito que será duro de desarraigar. La ciencia no apoya esta afirmación. Efectivamente, la investigación indica que, si bien dormir juntos puede implicar una dependencia temporal de uno de los padres, a largo plazo resulta en un niño más resistente y adquiera la habilidad de dormir solo cuando sea más capaz de manejar la situación.

Un niño que duerme junto a sus padres no necesariamente continúa durmiendo juntos. A medida que crecen, dormir solos suele ser simultáneo con una mayor independencia. No hay una pauta sobre la edad en la que se debe dejar o comenzar a dormir juntos. Estos factores son impulsados ​​en gran medida por las expectativas sociales y la preferencia de los propios padres (que,  ciertamente, está influenciada por la sociedad). Sin embargo, algunos pediatras recomiendan mantener la cuna del bebé cerca de la cama de los padres en los 3 primeros meses para monitorizar y alimentar al bebé, pero sugieren que luego se empiece a crear su propio espacio.

Beneficios

Desde una perspectiva práctica, el colecho o dormir con los padres ofrece ciertas conveniencias o beneficios:

  • Cercanía para responder a las necesidades del bebé en la noche.
  • El contacto piel con piel calma al bebé.
  • Facilidad para amamantar con mínimas interrupciones del sueño.
  • Puede fortalecer la sensación de seguridad y bienestar al niño y el vínculo emocional con el padre.
  • Aliviar el insomnio asociado a miedos nocturnos o ansiedad.

Desventajas

Algunas vertientes psicológicas consideran que los padres que duermen con sus hijos interfieren en su crecimiento físico y con el desarrollo de la independencia y autonomía.

Desde la medicina del sueño, compartir la cama, puede favorecer la aparición de trastornos del sueño tanto en padres como en los niños. El sueño del niño se puede afectar por las condiciones propias del sueño de sus padres: ronquidos, movimientos corporales, temperatura corporal, parasomnias.

¿Por qué no es recomendable que los niños duerman con sus padres?

Un estudio de la Academia Americana de Pediatría sostiene a partir de los 4 meses de vida, los niños que comparten la misma habitación que los padres, incluso sin estar en la misma cama, tienen un descanso inferior a los que duermen en su propia habitación. Esto puede deberse a un menor tiempo de sueño y unos hábitos de sueño deficientes, pues en los episodios en los que se despiertan en medio del sueño, los padres atienden su llamado y no retoman el sueño por sí solos. Además, la baja calidad y cantidad de sueño en los niños incrementa las probabilidades de
desarrollar sobrepeso y otros trastornos de sueño en edades posteriores.

Algunos expertos se oponen a que los niños duerman con sus padres por las siguientes razones:

  • Los niños podrían desarrollar una “muleta para dormir”: siempre tener al padre a la hora de dormir se puede convertir en una fuerte asociación para iniciar el sueño.
  • Los niños pueden exhibir comportamientos ansiosos: esto está muy ligado a las muletas para dormir. Dado que algunos necesitarán mimos, caricias, ser cargados, para caer dormidos, cuando los niños son privados de estos rituales pueden mostrar conductas ansiosas para convencer al padre de estar cerca a la hora de ir a la cama, y esto puede confundirse con un
    trastorno de ansiedad.
  • No todos los miembros de la familia necesitan acostarse a la misma hora:
    – Los niños de diferentes edades tienen requerimientos de sueños distintos, y sus horas de ir a la cama van a variar.
    – En las familias que comparten una cama, los padres y los niños mayores terminan adaptándose al horario de sueño de los niños más pequeños quienes suelen acostarse más temprano, lo que ocasiona frustración para los involucrados.
  • La calidad de sueño de los padres puede sufrir: debido a que los niños son muy inquietos, pueden interrumpir el sueño de sus padres por patadas o dar vueltas en la cama.
  • La relación entre los padres se puede afectar: para muchas parejas con niños, las noches son el único momento del día que tienen para estar a solas. Al compartir la cama con los niños, pudiera limitar el tiempo o espacio dedicado a la intimidad que es esencial en la pareja.
  • Riesgo aumentado de Síndrome de Muerte Súbita en Lactantes (SMSL), asfixia y muerte relacionada al sueño: a pesar de que el colecho provee una lista de beneficios para el bebé y la madre, las guías actualizadas del 2022 de la Academia Americana de Pediatría establecen que los menores de 4 meses de edad tienen un riesgo mayor de SMSL, asfixia, lesiones y muertes relacionadas al sueño. El peligro es aún mayor en casos de bebés prematuros o que tuvieron bajo peso al nacer. Hay un riesgo aumentado en caso de que alguien en la cama fume, consuma alcohol o drogas o si la superficie de colecho es blanda y tiene ropa de cama.

Claves para que los niños prefieran su cama

El colecho es una opción válida. Si funciona para ti y tu familia, y tomas las medidas de seguridad pertinentes, no estás obligado a suspenderlo. De cualquier forma, si quieres recuperar tu espacio en la cama y fomentar la independencia en el niño, puedes hacer la transición. No va a resultar sencillo, pero con unos pocos pasos acompañados de mucha paciencia y amor, lo puedes lograr. Te dejamos algunos consejos claves para ayudar que el proceso sea lo menos problemático posible y los niños empiecen a preferir su cama:

  • Prueba con compartir habitación: es como tener un punto medio. El niño está en su propia cama, pero sigue teniendo a sus padres cerca. Esto le ayudará en la transición a dormir solo.
  • Hacer la transición de manera gradual: debes tener presente que, aunque coloques a tu niño en su propia cama o cuarto, puede que ellos te busquen en medio de la noche. Siéntete libre de llevarlos de vuelta a su lugar cuando esto suceda. Muestra gentileza y haz un reforzamiento verbal de tranquilidad. Continúa, a pesar de que esto ocurra varias veces. No te rindas, con el tiempo, el cambio se mantendrá.
  • Concentrarse en una rutina positiva para la hora de acostarse: la hora de acostarse puede resultar en una pelea. En lugar de la confrontación, intente hacer de la rutina nocturna de la hora de dormir una experiencia agradable y positiva. Puede incorporar la lectura de cuentos, canciones de cuna, ritual de abrazos y besos. Los niños pueden reaccionar con llantos y
    petición de dormir con papá y mamá, pero eventualmente aceptarán esta nueva normalidad.
  • Trabaja con un profesional: si ya lo ha intentado todo y nada da resultado, considere buscar ayuda. Tanto el pediatra como expertos en sueño pueden asistirle a idear un plan y estrategias de sueño para su niño. A veces, se necesita de una perspectiva externa y profesional que nos contribuya a lograr la situación de sueño que tanto estás anhelando como padre.

Luego de esta conversación sobre los pros y contras de que los niños duerman con sus padres y las recomendaciones al respecto, destacamos que pasar del colecho a que los niños duerman solos es un proceso complejo que puede generar muchas frustraciones para ambas partes, pero con un acompañamiento y asesoramiento de los padres se puede promover una adecuada higiene del sueño de sus hijos, y por tanto, un desarrollo y crecimiento saludables.

Pida su cita médica online

Cita Médica orientativa, sin validez hasta confirmación por parte del centro.