Mejorar niveles de hierro podría mejorar el Síndrome de Piernas Inquietas
Las personas que sufren del síndrome de piernas inquietas tienen una característica en común: tienen bajos niveles de hierro en la sangre.
El síndrome de piernas inquietas es un trastorno neurológico consistente en la aparición de molestias difusas generalmente en ambas piernas.
Los síntomas aparecen generalmente en la tarde y en la noche estando en estado de reposo o despiertos. Se alivian de forma transitoria al mover las piernas o caminar.
¿Dónde se origina?
Estudios recientes han abierto un campo de investigación en el que la administración de hierro como parte del tratamiento podría dar respuesta al origen del trastorno.
La neuróloga del Instituto Europeo del Sueño, Celia García Malo, explica que el SPI se relaciona con un estado de déficit de hierro en determinadas regiones cerebrales (como la sustancia negra), que a su vez ocasiona cambios en un neurotransmisor llamado dopamina.
Este trastorno se vincula además con altos índices de depresión, ansiedad e insomnio.
¿Quien padece de SPI?
La especialista explica que el síndrome de piernas inquietas puede aparecer durante la infancia o a cualquier edad, aunque es más común en edades medias.
“Suele ser también más frecuente en mujeres, debido a las pérdidas de hierro que pueden sufrir en la menstruación o en los embarazos” señala.
Dado que no es una enfermedad muy conocida es importante que el posible paciente detecte los signos indicados y se someta al diagnóstico médico que determine la presencia del síndrome de piernas inquietas.
¿Cómo compensa el hierro?
Los resultados de diez pruebas realizadas hace dos años aproximadamente a 428 personas adultas con este trastorno, podrían representar una luz sobre esta pregunta.
A estos grupos se les suministró hierro en forma de pastillas y en inyección.
Se midió el comportamiento de la gravedad del SPI luego de dos a cuatro semanas de la aplicación de las inyecciones y después de 12 a 14 semanas en los casos en los que se administró el hierro en forma de pastillas.
Las conclusiones obtenidas en el grupo monitoreado revelaron una mejora entre baja a moderada en la gravedad de su condición.
A pesar de que estos estudios no son del todo concluyentes los investigadores dejan abierta la puerta para más investigaciones que a la final sean una oportunidad para la comunidad médica y sus pacientes.
Por otro lado, la doctora Celia García aclara que hasta el momento tampoco hay evidencia científica que relacione el consumo de alimentos ricos en hierro en la dieta diaria con mejorar en la salud de las personas con el SPI.
Comenta que “Generalmente por la relación con el hierro podríamos pensar que una dieta rica en este mineral nos ayudaría a estar a salvo del síndrome de piernas inquietas, en cambio esto no es así, dado que nuestro intestino tiene un límite en cuanto a la absorción del hierro. Por más que lo consumamos, a veces no es posible absorberlo”.
Sobre si el síndrome de piernas inquietas tiene cura o no, la especialista afirma que se trata de una enfermedad crónica, en la cual puede haber épocas mejores y peores.
“Con el tratamiento adecuado la calidad de vida será normal y la enfermedad se mantendrá controlada” asegura.