Parasomnias relacionadas con el sueño violento
¿Quién puede pensar que el sueño y la violencia puedan coexistir en el mismo momento que estamos dormidos? La estadística mundial indica que 2% de la población vive esta experiencia conocida como sueño violento.
Una persona con esta condición puede llegar a propinarse peligrosas agresiones a sí misma o a otros, por lo que el padecimiento no sólo tiene implicaciones clínicas sino también legales.
Estos pacientes suelen amanecer con lesiones o en el peor de los casos, observan las agresiones que pudieron hacerle a su acompañante de cama sin que recuerde cómo, ni por qué.
La violencia durante el sueño tiene muchos grados de intensidad. Puede manifestarse con autoagresiones que consisten en un simple golpe o movimientos bruscos, hasta ejercer agresiones muy graves y peligrosas contra sí mismo o contra otros sin hacerlo de forma consciente y responsable.
En algunos casos estas conductas anormales o experiencias indeseables se manifiestan con movimientos repetidos y sin propósito, tales como sentarse y balbucear o actos más complejos como caminar, bajar escaleras, tomar objetos, tener relaciones sexuales o agredirse a sí mismo o a otros.
En el transcurso de las parasomnias está en la posibilidad de que surjan “impulsos básicos” en forma patológica, especialmente se han documentado cuatro: sueño, sexo, alimentación y agresión.
Estos pueden darse de forma anormal en despertares confusos muy comunes en la población infantil, así como en sonambulismo.
La violencia nocturna está estrechamente relacionada con los siguientes trastornos del sueño y factores que alteran esta importante actividad biológica:
- El sonambulismo
- Una conducta irregular durante el sueño REM
- El síndrome de piernas inquietas
- Trastornos disociativos psicogénicos nocturnos
- Terrores nocturnos
- Despertares confusos
- La apnea del sueño
- Estrés y ansiedad
- La privación de sueño
- El consumo de alcohol
- Experiencias traumáticas
Por las experiencias registradas se sabe que el contacto físico directo con una persona en estado de parasomnia puede activar la respuesta violenta. Por eso la recomendación de los expertos es evitar tomarlos del brazo, gritarles o intentar despertarlos, sobre todo a corta distancia.
Esto demuestra que la violencia del sueño no precisamente es un acto espontáneo y fortuito, sino vulnerable a estímulos detonantes.
Por esta misma razón es necesario ir al fondo del origen en cada paciente y atender la enfermedad de base que produce esta alteración del sueño.
El abordaje de este padecimiento exige un correcto diagnóstico, tratamiento y educación a familiares para que estos últimos aprendan cómo manejarse y evitar la intervención durante la parasomnia, de manera que se pueda mantener un ambiente seguro para el paciente y sus acompañantes.