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Dormir la siesta es una buena práctica dentro de la higiene del sueño

16 octubre 2020

Nada tan incómodo como ir en contra de la necesidad natural del cuerpo de dormir aunque sea unos pocos minutos. Si sientes somnolencia es porque necesitas reponer energía

Cuando éramos niños mamá nos acostumbró a hacer la siesta después del almuerzo debido a que era beneficioso para el descanso y el crecimiento. ¿Quién dice que siendo adultos no necesitamos dormir un poco a media tarde?.

Dormir la siesta gana cada vez más adeptos porque hay amplios estudios que evidencian las diversas ventajas que aporta a la salud mental y física del individuo.

Para muchos la sola idea de dormir unos minutos después de la comida es un desatino, especialmente considerando la dinámica diaria entre trabajo, estudios y otras actividades. Sin embargo, tomarse este tiempo para reponer energías es justo y necesario.

Los beneficios del sueño sobre nuestro organismo no se logran únicamente durmiendo en las noches. Las siestas suman a tu bienestar y te explicaremos el por qué.

¡Al cuerpo hay que darle lo que pide! Así que si te pide dormir un poco después del almuerzo hay que hacerlo. Esa sensación de somnolencia es un mensaje claro del organismo.

Sucede que en este momento del día se produce una caída natural en el estado de alerta del cuerpo, que obedece a la “desconexión” de las neuronas encargadas de mantenernos despiertos.

Una investigación hecha por la Universidad de Manchester en Inglaterra demostró que estas neuronas producen una proteína llamada orexina que es la responsable del sueño y la vigilia. Después de la comida cesa su actividad y es lo que hace que sintamos la necesidad de dormir.

Simplemente el cuerpo te pide una siesta que te ayude a reponer las funciones y la energía que te permitirán continuar adecuadamente con tus actividades.

La siesta no se relaciona con trastornos del sueño, por el contrario, se considera una práctica de la higiene del mismo. Por eso dormir un poco en la tarde es útil para recuperar horas de sueño perdidas, hacer una pausa de descanso, disfrutar este tiempo de desconexión o sencillamente resetearse para seguir en mejores condiciones.

 

Beneficios de dormir la siesta

El primer efecto positivo que nos brinda es calmar la somnolencia que nos hace sentir densos, torpes e inoperativos.

Después de dormir este corto tiempo despertaremos más alertas, por tanto mejora también nuestro funcionamiento cognitivo, la capacidad de reacción a los estímulos, la memoria a corto plazo y sin duda, nuestro estado de ánimo que se eleva al optimismo y la alegría.

Las siestas no solo son beneficiosas porque nos hacen sentir menos somnolientos y más alerta, sino porque mejoran nuestro funcionamiento cognitivo, los tiempos de reacción, la memoria a corto plazo e incluso nuestro estado de ánimo.

Además te incentivan la creatividad, mejoran la salud mental, al bajar los niveles de cortisol mientras dormimos se reduce el estrés, minimiza el riesgo de tener problemas cardiovasculares, hipertensión e ictus.

Otras investigaciones evidencian que las siestas bajan el riesgo de obesidad, restauran el sistema inmune y endocrino porque restituye el impacto hormonal de una noche de mal dormir.

 

¿Siestas ni muy largas ni muy cortas?

Esto es relativo porque depende de la disposición de tiempo y espacio que tengas, tus planes para la noche, la hora en la que realices la siesta así como el nivel de somnolencia.

Hay personas que logran reponerse con sólo 10 o 15 minutos, mientras otras no pueden hacerlo en menos de una hora o un poco más.

Pero hay que tener cuidado porque mientras más extensa sea la siesta posiblemente será más difícil conciliar el sueño nocturno, y esa no es la idea.

Algo sí es importante entender: la siesta debe sumirnos en el sueño REM o sueño profundo para que cumpla de forma cabal su función.

Otro aspecto que debemos considerar es el momento en el que nos vamos a despertar. El proceso de la siesta cuando es superior a una hora, supone una fase REM y luego el sueño ligero que es justo donde tenemos que abrir los ojos para gozar de ese efecto renovador, ya que si lo hacemos en pleno sueño profundo, nos despertaremos con pesadez, lentitud y somnolencia.

No obstante, si tu opción son las siestas rápidas y energizantes de 10 a 15 minutos en las que no entras en el sueño REM, igualmente podrás mejorar el estado de alerta, el estado anímico y tu respuesta cognitiva sin problemas.

Dormir la siesta es una práctica saludable que nada tiene que ver con holgazanería sino con una necesidad natural del organismo.

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