El reflujo gastroesofágico altera los patrones de sueño
El insomnio y la apnea del sueño son trastornos asociados al reflujo gastroesofágico (RGE), un padecimiento del tracto digestivo que normalmente se soluciona en los primeros años de vida pero que por malos hábitos alimenticios también puede surgir y agravarse en la adultez.
La acidez es la principal manifestación del reflujo, lo cual se puede convertir en un trastorno crónico llamado Enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE). Este malestar suele provocar despertares recurrentes durante la noche, aun cuando no haya sensación de ardor en el estómago, náuseas u otros síntomas.
Durante los primeros tres meses de vida los bebés regurgitan e incluso devuelven lo que comen ocasionalmente, pero hasta el primer año de vida este comportamiento se va modificando porque el funcionamiento del tracto digestivo va ganando madurez y ya no ocurre más.
El reflujo gastroesofágico se refiere al retorno del contenido del estómago debido al movimiento de éstos en el esógafo y que en ocasiones también se puede producir a través de la boca o la nariz, mientras que la enfermedad por reflujo gastroesofágico se presenta cuando el reflujo se asocia con otros síntomas y aun hay devoluciones, acidez, regurgitación después de la infancia de manera más recurrente e intensa.
Así funciona el estómago
Cuando el estómago está lleno o la persona cambia de posición abruptamente después de comer, los alimentos mezclados con los ácidos estomacales presionan la válvula llamada esfínter esofágico inferior.
Esta válvula está ubicada en la parte superior del estómago con la misión de relajarse para permitir el paso de los alimentos del esófago al estómago. Al suceder esto la válvula se cierra para mantener los alimentos adentro.
Si el esfínter esofágico inferior no está completamente desarrollado o se abre en el momento incorrecto comienzan los síntomas del reflujo.
En niños mayores de un año de edad con un desarrollo tracto digestivo normal y en adultos, el reflujo suele aparecer en respuesta a la dieta, ya que el exceso en las porciones de cada comida, así como el consumo de mucha grasa, alimentos muy picantes o ácidos, las bebidas carbonatadas o con cafeína influyen en el desarrollo de esta condición. Comer algo que provoque indigestión o sea muy pesado, sin duda afecta nuestro descanso nocturno.
Las complicaciones del reflujo ácido dan pie a la enfermedad por reflujo gastroesofágico, la cual ocasiona inapetencia de alimentos, poco aumento de peso, dolor agudo, dificultad respiratoria, llanto o posición arqueada al comer, presencia de sangre o color verde en las devoluciones por reflujo, así como aumento en la frecuencia o intensidad del mismo. Además el abdomen se observa distendido y endurecido, al tiempo que el paciente tiene tos y sibilancias.
Come para dormir bien
Muchos especialistas no recomiendan saltarse la cena pero sí cuidar las horas y los alimentos que se consumen en la noche. Por eso la calidad del sueño es tan vital para la salud como los hábitos alimenticios.
Las cenas pesadas en las que se combinan alimentos de naturaleza ácida y grasa resulta el detonante perfecto para una noche de desvelo y malestar por acidez estomacal. Al estómago se le dificulta procesar este tipo de comidas que pueden derivar en una inadecuada digestión y hasta dificultad para respirar.
En su lugar es recomendable cenar alimentos ricos en fibra como los vegetales y legumbres, productos bajos en azúcar, frutos secos, lácteos siempre y cuando no les cause malestar digestivo y proteínas preparadas con poco aceite.
Además recordemos que el organismo debe metabolizar lo que comemos, proceso que se ve intervenido si estamos durmiendo, al tiempo que aumenta el riesgo de obesidad.
Comer y acostarse retarda el necesario vaciamiento gástrico, siendo más propensos a tener reflujo o empeorar si ya tiene la condición.
Otra recomendación es hacer la última comida del día antes de las 8 de la noche y no justo antes de irnos a dormir porque altera el comportamiento de la presión arterial y produce que el organismo permanezca en vigilia.
Esto estimula la producción de las hormonas del estrés al igual que se alteran los ritmos circadianos.
Algunas estrategias terapéuticas para atender trastornos del sueño junto al acompañamiento de profesionales en nutrición contribuyen a controlar el reflujo y estabilizar los patrones de sueño.